19:41, Madrid
Escribir, escribir…
He lanzado este blog a las 19:41 de un día de mayo muy gris. Era el primer día tras el fin del estado de alarma, el sol seguía jugando al escondite, dejando paso a nubes rápidas, y esta web llevaba publicada solo unos minutos.
Ha pasado solo una semana, pero Madrid hoy parece otra ciudad, volcada como está en su aire de verano inminente y llena de las risas de los niños que juegan en el patio.


El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo
G.G. mÁRQUEZ – cIEN AÑOS DE SOLEDAD
Si me hubiesen preguntado de niña qué quería ser de mayor, habría contestado sin duda: “escritora”, mientras inventaba historias que yo mismo ilustraba y creaba mis propios libritos con cinta adhesiva. Pero los años, ya se sabe, a veces juegan mala pasadas y cuando creces, los aplausos de los que te animaban suelen convertirse en las risitas de los que ven en tus sueños una ingenuidad anacrónica.
Sin embargo, cuando algo nos apasiona, no hay nada que pueda quitárnoslo de la cabeza, ni capa de tierra lo suficientemente espesa como para enterrarlo, y cuanto más esfuerzo se ponga en silenciar esa pasión, mayor será el hambre con que se hará sentir.
Por eso llego tarde al mundo del blog y al mundo de la escritura, porque el miedo a contar y parecer poco inteligente o banal, para algunos y algunas, se convierte en la excusa perfecta para no intentarlo.
Los que son como yo (y seguro que habrá alguien entre aquellos y aquellas que están leyendo estas líneas) deben saltar en cuanto puedan, porque siempre habrá alguna excusa, algún miedo capaz de detenerlos. Las personas como yo, como nosotros, nunca estarán listas, nunca encontrarán el momento adecuado.
Por eso, este post podría haber sido mejor escrito y esta página podría haber sido más bonita, porque no hay tiempo para esperar una perfección que, para mí, nunca será suficiente.
Ya no hay tiempo, hay una niña de dientes grandes y largas pestañas que me espera desde hace más de treinta años. Entonces, fuerza, ya es la hora, tenemos que correr y saltar: ¡a la ventura!