Escribo mis ideas en una agenda de 2012. El año que hice un gran paso fuera de mi zona de confort. O tal vez el paso no fue realmente tan grande y, por supuesto, no fue el único.
Las zonas de confort, después de todo, no son gran cosa y, muy a menudo, no tienen nada de confortable en absoluto, de lo contrario no habría razón para dejarlas. A veces pienso que deberíamos empezar a llamar zonas de confort no aquellas que alguien nos ha dicho ser seguras, sino aquellas en las que somos felices.
Vista de esta manera, la zona de confort podría ser tanto la que está dentro de la línea de lo conocido como la que está más allá, pero ciertamente nunca sería una zona de “miedos”.
En el mientras, yo escribo mis ideas en una agenda de 2012, entre cuyas páginas pongo las flores a secar. Pero el día indicado nunca es correcto.
